
Otro aspecto importante para valorar el modo en que tomamos decisiones viene de los estudios realizados por Michael Gazzaniga[1]. Si para Damasio la mente es un producto de la evolución biológica, para asegurar la supervivencia del cuerpo, Michael Gazzaniga destaca que la mítica mente unitaria y consciente no existe.
Michael Gazzaniga es el continuador de los estudios de pacientes con hemisferios separados e incomunicados que inició Roger Sperry, y que cuestionan la existencia de la propia conciencia.
Señala que nuestra conducta y pensamientos no son producto de una entidad unitaria -la mente- que reside en el intrincado laberinto de conexiones neuronales -el cerebro-. Lo que se oculta en el interior del laberinto es una sociedad de sistemas relativamente independientes (módulos), capaces de funcionar en paralelo, unos al margen de otros, y de los que nuestra conciencia muchas veces no tiene noticia.
La enorme cantidad de información que incide sobre el cerebro está fragmentada y dichos sistemas empiezan a tratarla al mismo tiempo: cada módulo codifica un determinado tipo de estímulo. Unos módulos pueden exteriorizar verbalmente esa información, mientras que otros son incapaces, son “mudos” y no tienen otra forma de darse a conocer que generar en el individuo otro tipo de respuestas: actos o movimientos que nosotros calificamos de “inconscientes”. ¿Y cómo se ordena, cómo logra nuestro cerebro interpretar toda esta información para la toma de decisiones?
[1] Gazzaniga, Michael, “El cerebro social”, ed. Alianza.
Posted on abril 16, 2011
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